LAS PERSONAS Y LOS PUEBLOS TENEMOS DERECHO A DECIDIR QUÉ QUEREMOS CONSUMIR. Entrevista a Carlos Ballesteros en
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El profesor Carlos Ballesteros es doctor en Ciencias Económicas y Empresariales y profesor de Comportamiento del Consumidor en ICADE, Ballesteros ha prestado su apoyo a importantes iniciativas en el campo de la economía solidaria, entre las que destacan GAP, Consume hasta Morir, Altereconomía y el Proyecto Fiare.
¿Cómo trata el mercado a los consumidores?
En economía, el consumidor siempre ha sido tratado con respeto y cariño pues no en vano él es la razón de ser del mercado, la causa por la que se producen bienes y servicios, para satisfacer sus necesidades, y el oscuro objeto de deseo de marcas y anuncios que compiten por su voluntad, su fidelidad y su bolsillo. En todas las definiciones de soberanía del consumidor de manuales y diccionarios, parece que se está hablando de un empoderamiento del consumidor que se convertiría así en el indiscutible gestor del mercado, ya que decide lo que se produce, cuánto y, a nuestro entender, también debería tomar parte del cómo se produce.
¿Usted está realmente de acuerdo con estas definiciones?
Creo que no son del todo ciertas. Primero, porque en un mundo competitivo, globalizado y basado en el consumo desaforado, el truco es hacer creer al consumidor que es libre de elegir lo que quiera, siempre que quiera lo que se le ofrece, una especie de capitalismo ilustrado: «todo para el consumidor, pero sin el consumidor». En segundo lugar, porque ese consumidor, que supuestamente es sujeto de derechos y deberes, no puede (a veces ni quiere) ejercerlos.
¿Quizá el consumidor no conoce sus derechos?
Seguramente, los derechos del consumidor son mayoritariamente desconocidos y lejanos para el ciudadano y están redactados en su totalidad pensando en el consumidor individual. En cuanto a deberes, la cosa es más sencilla: el único deber del consumidor parece ser ir a la compra, pagar. En muy pocas ocasiones se hace referencia al deber de todo consumidor de estar informado de cómo se ha producido lo que está comprando, bajo qué condiciones sociales y medioambientales.
¿Qué es la Soberanía Consumidora?
Es el derecho de los pueblos y las personas a decidir colectiva y responsablemente qué quieren consumir, por qué y para qué. El mecanismo de mercado debería entonces funcionar como una nueva forma de participación política en la que los consumidores pasemos de aceptar la racionalidad y el utilitarismo como los criterios de comportamiento fundamentales en la toma de decisiones a criterios de transformación global que pongan a las personas, sus tierras y sus relaciones en el centro de la decisión.
¿Cómo transformaría esto al consumo?
Así, el consumo sería la expresión más acabada de la democracia económica y de la autonomía personal, ya que el consumidor vota con cada compra, que nos haga protagonistas como compradores de las decisiones que tomamos, con información veraz y accesible, para que con nuestros actos favorezcamos lo que creemos justo y reprobemos lo que no lo es.Sin embargo, esta democracia del consumidor no es justa porque no es universalizable, no alcanza a todos por existir grupos que no tienen capacidad adquisitiva y quienes sí la tienen, carecen de información suficiente para realizar votaciones realmente libres. Por ello, Soberanía consumidora implica la reivindicación de una libertad consciente de elección por encima del bienestar individual, en aras de un mundo más sostenible y justo.
¿Se puede cambiar la cultura del consumo?
Cambiar la cultura de consumo implica una verdadera revolución en muchos ámbitos: social, económico, político, moral, cultural, intelectual o espiritual… Se trata, en definitiva, de crear un nuevo modelo que no admita más la existencia de desigualdades sociales y parta de la organización de otra forma de economía y consumo.